martes, 10 de diciembre de 2013

El Comic en los finales del Siglo XIX y comienzos del XX.

Los cómics nacieron en Estados Unidos como consecuencia de la rivalidad de dos grandes rotativos de Nueva York: el World (New York World), propiedad de Joseph Pulitzer desde 1883, y el Morning Journal, adquirido por William Randolph Herast en 1895.
En un clima de intensa competencia comercial, el World creó, en abril de 1893, un suplemento dominical en color en el que publicaron sus creaciones los dibujantes del periódico. Entre estos figuro Richard Felton Outcault, quien desde julio de 1895 dio vida a una serie de abigarradas viñetas, sin narración secuencial, en las que con intención caricaturesca mostraba estampas infantiles y colectivas del proletario barrio de Hogan Alley, en Nueva York. En esta serie, y a través de diversos tanteos, fue tomando cuerpo un protagonista infantil, calvo, orejudo, vestido con un camisón de dormir de color amarillo (coloración adquirida el 16 de febrero de 1896)- que fue bautizado como Yellow Kid. Aunque en la serie habían aparecido ocasionalmente globos con locuciones inscritas, Yellow Kid se expresaba, a través de textos escritos en su camisa.
Pero al adquirir Hearst el Morning Journal e iniciar, en octubre de 1896, la publicación de su suplemento dominical titulado The American Humorist, arrebató a Outcault a su rival y le hizo que continuara las andanzas de Yellow Kid en sus paginas, mientras el World proseguía la publicación del mismo personaje, pero dibujado por Geo B. Luks.
Los cómics primitivos, siempre de carácter jocoso, iniciados por Rudolph Dirks en el Mourning Journal, se orientaron fundamentalmente hacia los protagonistas infantiles y sus travesuras.
Con la duplicidad de Yellow Kid y con este nuevo episodio se instauró definitivamente en los cómics la supervivencia de los personajes dibujados más allá de la voluntad, e incluso de la muerte, de sus creadores originales.
 Viñeta de "Yellow Kid" creado por Richard Felton Outcault
Una ternura infantil presidió también la creación de Little Tiger (1897), el tigrecito dibujado por James G. Swinnerton para el Morninga Journal, que iniciaba la estirpe de animales protagonistas. En el mismo periódico apareció , en 1899, el vagabundo Happy Hooligan, obra de Frederick Burr Opper. El mismo dibujante dio vida a los extravagantes franceses Alphonse and Gaston (1900), caricatura del refinamiento francés, y a la agresiva mula protagonista de Her name was Maud! (¡Su nombre era Maud!).
Así empezó a esbozarse, siempre en forma de caricatura, la tipología del antiheroe asocial, que tuvo su mejor plasmación en el alto y poco escrupuloso Augustus Mutt (1907), obra de Bud Fisher, iniciador de las daily-strips (tiras diarias), personaje que en 1908, encontraría al pequeño Jeff en un manicomio, con quien se uniría para formar la extraña pareja Mutt and Jeff.
La creación de los Syndicates (empresas dedicadas a la distribución de viñetas) supuso un progreso, debido a que al desvincular el dibujo de cómics de las redacciones de cada periódico dio enorme difusión al género, aunque también supuso un retroceso tanto por imponer una estandarización formal y temática, como por la abrumadora influencia ejercida sobre los autores y sus productos, cuya libertad e independencia artística quedaron seriamente amenazadas. Consecuencia de la actitud generalizadora fue la codificación e implantación de ciertos géneros, como la “tira familiar” , que si bien era de intención satírica, en el fondo era respetuosa con la institución familiar que criticaba. En este ciclo destacaron: las series de George McManus, The Newlyweds (1904), y Bringing up Father (1913), feliz sátira del inmigrante nuevo rico; The Gumps (1919), de Sidney Smith; The Thimble Theatre (El teatro del dedal), 1919, de Elzie Crisler Segar, serie de la que en 1929, surgiría Popeye.
La existencia de una amplia capa femenina de lectores de cómics determinó también el nacimiento de la girl strip, con protagonista femenina, cuya pionera fue Polly and her Pals, 1912, de Cliff Sterrett.

 Viñeta de "Polly and her Pals" creada por Cliff Sterrett


En esta era de adolescencia de un arte los cómics podían juzgarse en su conjunto como productos culturales bastante candorosos y con un registro temático notablemente limitado.
No obstante se dieron algunos tímidos balbuceos en el campo del cómic de aventuras. En este apartado cabe señalar el nombre del dibujante Charles W. Kahles, autor de las aventuras en globo del niño Sandy Highflyer (1903), y del también infantil Hairbreadth Harry (1906), un muchacho justiciero.



Jorge Sánchez Martín

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